Después de un día de estrés, cansancio, nervios, ojos y espalda rotas aquí me tenéis. Una vez más escribiendo para vosotros que, como dije una vez, sé que me leéis, que tragáis mis palabras (aunque a veces puedan sentar mal, quién sabe...), que alimentáis vuestros pensamientos con mis torpes palabras detrás del fino cristal que nos separa.

La lluvia arrecia contra mi ventana, algo del alcohol de mi cuerpo me agita el estómago, las palabras fluyen de mí y hoy son para él. Se lo merece.

La vida a veces nos golpea una y otra vez, nos hunde en el barro de la charca más profunda del camino y nos pone a prueba para seguir adelante. Pero debemos seguir. Debemos luchar por conseguir aquello que queremos, aquello que nos merecemos.

Y por ello copio aquí un poema mío que escribí este verano y por ello se lo dedico a él (para que así comprenda que yo también sé de qué va esto del vivir). Sé que no podrá dormir muy bien esta noche, sé que este fin de semana su cabeza volará sobre otros campos... pero tal vez el lunes o la próxima semana o el próximo mes esté mejor.

Si el tulipán que te entrego no te satisface
dáselo a los niños, a la tierra, al viento.

Pártelo pétalo a pétalo -torturador-
y uno a uno trágate la hermosura.

Y con el tallo hagamos la guerra:
tu desnuda flor contra mi ramo de amapolas.

(El tulipán, José Luis Merino)

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